domingo, 26 de febrero de 2017

EL REQUERIMIENTO


La Corona española impuso a los conquistadores la obligación de leer públicamente este “Acta” en todos los pueblos indígenas a donde llegaban, cuyo nombre común era “Requerimiento”. Una vez leída y en función de la respuesta, las tropas españolas podían, o no, a emprender acciones bélicas contra los nativos, que en la mayoría de los casos fueron genocidios.

Su contenido se fundaba en la necesidad de legitimar una “Guerra Justa”, contra los naturales de las américas, ante su negativa a aceptar el señorío de los reyes de España sobre los territorios descubiertos y/o la obstrucción a la difusión de la doctrina católica.

Este "acta" fue redactada en el año 1512 por el consejero real, Juan López de Palacios Rubios,[1] cuando  Fernando II de Aragón[2] era regente de la corona castellana entre 1507 y 1516, debido a la inhabilitación de su hija Juana I de Castilla, y cuando desde Roma conducía la iglesia católica, el Papa Julio II.[3]

Fernando II de Aragón
 
Papa Julio II
En ella se explicaba que Dios hizo el cielo y la tierra y a una pareja (Adán y Eva) de la que todos somos hijos, y que además hizo que san Pedro fuese del linaje superior del ser humano, y que su descendiente que vivía en Roma llamado Papa, hizo donación de la américa española a los reyes de Castilla en virtud de ciertas escrituras. Este cruel e insano formalismo duró varias décadas, leamos:


REQUERIMIENTO



"De parte del muy alto y muy poderoso y muy católico defensor de la iglesia, siempre vencedor y nunca vencido el gran Rey don Fernando V de España de las dos Sicilias, de Jerusalén, de las Islas y tierras firmes del Mar Océano, etc. tomador de las gentes bárbaras, de la muy alta y poderosa Sra. la Reina Doña Juana, su muy cálida y amada hija, nuestros Señores, yo Dávila su criado, mensajero y capitán, los notifico y les hago saber cómo mejor puedo:



Que Dios nuestro señor único y eterno, creó el cielo y la tierra, un hombre y una mujer de quienes nosotros y vosotros fueron y son descendientes y procreados y todos los de después de nosotros vinieron, más la muchedumbre de la generación y de esto ha sucedido de cinco mil y más años que el mundo fue creado, fue necesario que unos hombres fuesen de una parte y otros fuesen por otra y se dividiesen por muchos reinos y provincias de que una sola no se podrían sostener ni conservar.



De todas estas gentes nuestro señor dio cargo a uno que fue llamado San Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor y superior, a quien todos obedeciesen y fuese cabeza de todo lo humano, donde quiera que los hombres estuviesen y viviesen en cualquier ley, secta o creencia, pidiéndole a todo el mundo por su reino, señorío y jurisdicción, y como quiera que le mando propusiese su silla en Roma como el lugar más aparejado para regir el mundo, también le permitió que pudiese estar y poner su silla en cualquier otra parte del mundo, y juzgar, y gobernar a toda la gente, cristianos, moros, judíos, gentiles y de cualquier otra secta o creencia, a este llamaron Papa, que significa admirable, mayor, padre y guardador.



A este San Pedro obedecieron y tomaron por señor, Rey y superior del universo, los que en aquel tiempo vivían y asimismo han tenido todos los otros que después de él fueron al pontificado elegido y así se ha continuado hasta ahora y así se continuará hasta que el mundo se acabe.



Uno de los pontífices pasados que en lugar de este mundo, hizo donación de estas Islas y tierras firmes del Mar Océano, a los ricos Rey y Reinas y a los sucesores en estos reinos , con todo lo que en ellas hay según se contienen en ciertas escrituras que sobre ellos basaron, así que sus Altezas son Reyes y Sres. de estas Islas y tierras firmes, por virtud de dicha donación y como a tales Reyes y Sres. algunas Islas más y casi todas a quienes esto ha sido modificado has recibido a sus altezas y les han obedecido y servido y sirven como súbditos lo deben hacer, con buena voluntad y sin ninguna resistencia, luego de su inclinación como fueron informado de lo susodicho, obedecieron y recibieron a los valores religiosos que sus Altezas profesaban para que les predicasen y enseñasen la Santa fe, y todos ellos de su humilde y agradable voluntad sin apremio ni condición alguna se hicieron cristianos y lo son, sus Altezas los recibieron alegres y así los mandó tratar como a los otros súbditos y vasallos, los otros son pedidos y obligados a hacer lo contrario.



Por ende, como mejor puedo os ruego y requiero que entendáis bien lo que he dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo y reconozcáis a la Iglesia por Señora y Superiora del universo mundo y al sumo pontífice llamado Papa en su nombre y al Rey y la Reina nuestros señores en su lugar como Superiores y Señores y Reyes de esta isla y tierra firme por virtud de la dicha donación y consintáis en ese lugar a que estos padres religiosos o declaren los susodichos.



Si así lo hicieres te ha de ir bien y aquello a que estas obligado, y sus altezas en su nombre los recibirán con todo amor y caridad, los dejarán vuestras mujeres hijos y haciendas libres, sin servidumbre, para que de ellas y nosotros hagáis libremente lo que quisieres y por bien tuvieres y no os compelerán a que tornéis cristianos, salvo si vosotros informados de la verdad quisieres convertir a la religión católica como lo han hecho casi todos los vecinos de estas islas y además de esto su Alteza dará muchos privilegios y exenciones que gozarán muchas veces.



Si no lo hicieres o en ello dilación maliciosamente pusieres, os certifico que con la ayuda de Dios entraré poderosamente contra vosotros y os haré guerra por todas las partes y maneras que tuviere y sujetaré al yugo y obediencias de la iglesia y de sus Altezas y tomaré vuestras personas y las de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos y como tales los venderé y dispondré de ellos como su Alteza mandare, y os tomaré vuestros bienes, y os haré todos los males y daños que pudiere como a vasallos que no obedecen y que no quieren recibir a sus señor y le resisten y contradicen y protesto de los muertes y daños que de ellos se registraren serán a culpa vuestra y no de sus Altezas ni mía, ni de estos caballeros que conmigo vinieron y de cómo lo digo, requiero, pido al presente Escribano que me lo de como testimonio firmado y a los presentes ruego que de ello sean testigo".




            Severo Martínez Peláez, en su obra “La patria de Criollo”[4] expresa que este requerimiento era un engaño para justificar la esclavización legal de los indígenas bajo la amenaza de la guerra, leamos:



“Sin embargo, hubo en este sangriento período, junto a la virtual esclavitud ya señalada, también la esclavitud autorizada y legal. En su afán de enriquecerse a toda prisa, los conquistadores se las arreglaron para obtener permiso de esclavizar, con base legal, a aquellos indígenas que presentaran una terca resistencia armada. Este hábil truco se complementó con el célebre Requerimiento de Palacios Rubios, instrumento jurídico redactado por el jurista del mismo nombre, que debía leerse a los indios para llamarlos a aceptar pacíficamente la soberanía del monarca español. Se les explicaba en él la existencia de los Papas como vicarios del Dios verdadero en la tierra, y cómo el último de los Papas, les había hecho donación de los territorios indianos a los reyes de España. En tal virtud, se invitaba –se requería– a los indios a aceptar “…a la Iglesia por señora y superiora del Universo Mundo, y al Sumo Pontífice llamado Papa en su nombre, y al Emperador e Reina doña Juana nuestros Señores en su lugar, como a superiores y Señores y Reyes de estas islas y tierra firme en virtud de la dicha donación…” Se les hacía saber que, si aceptaban el requerimiento, “…os recibiremos con todo amor e caridad…”, pero en caso de rechazarlo o de diferir maliciosamente la respuesta, el documento advierte lo que habrá de pasarle a los indios: “…certifícoos que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéremos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia, y al de sus Magestades, y tomaremos vuestras personas, e a vuestras mujeres e hijos, e los haremos esclavos, e como tales los venderemos, y dispondremos de ellos como sus Magestades mandaren, e os tomaremos vuestros bienes, e os haremos todos los daños e males que pudiéremos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su Señor y le resisten e contradicen…” Esta última amenaza era el punto clave del requerimiento y su verdadera razón de ser, porque servía para justificar la esclavización de los indios y el robo de sus bienes. El documento no fue elaborado para que los indios lo aceptasen y evitar así la guerra, sino precisamente contando con que no sería aceptado y daría una base legal a la esclavitud de guerra y al despojo de los nativos. Así lo prueba el uso que de él se hizo.



El requerimiento se convirtió en parte integrante del equipo que todo conquistador había de llevar consigo a América, y fue usado también por Alvarado en Guatemala. Como hombre práctico que era, el Adelantado evitaba pérdidas de tiempo enviando el requerimiento por delante de sí y de su hueste. Se le explicaba el contenido del documento a unos indios que estuviesen a mano y se les mandaba a explicarlo, con suficientes días de anticipación, a los indígenas de los pueblos a donde tendría que llegar la expedición en su itinerario. Había habido tiempo para entenderlo, para reflexionar y decidirse, y el conquistador podía atacar inmediatamente a su llegada.



De más está decir que este macabro truco legal sirvió en todas partes, no solamente en Guatemala, para encubrir violaciones y ruina para los nativos. Hubo ocasiones en que se leyó desde lo alto de una colina, a distancia en que los indígenas no podían siquiera escucharlo, no digamos ya entenderlo. Otras veces se leyó a gritos mientras los indios huían por los montes. Hubo también ocasión en que se leyó desde la cubierta de un navío, antes de desembarcar a hacer redadas de esclavos. Con sobrada razón exclamaba Fray Bartolomé de las Casas que no sabía si reír o llorar al leer aquella ensarta de absurdidades teológicas destinadas a legalizar la esclavitud.”



Sin lugar a dudas este “acta” que llegó al Perú de la mano de Francisco Pizarro, fue leído en todos y cada uno de los pueblos originarios de Apurímac que los españoles visitaron, para que una vez aceptado todos sus términos, en reemplazo del Curaca[5] incaico fueran gobernados por los caciques que los conquistadores les impusieron, y las más de las veces por el encomendero a quienes los entregaron.
 





[1] Juan López de Palacios Rubios (1450-1524) fue un jurista español cuyo verdadero nombre fue Juan López de Vivero. También conocido como Doctor Palacios Rubios por el pueblo donde nació: "Palaciosrubios" (hoy provincia de Salamanca). Es el redactor, en 1512, del famoso "Requerimiento" que lleva su nombre, leído durante la Conquista de América a los indígenas, conminándoles a someterse pacíficamente. En el texto se les informaba a los nativos que eran vasallos del monarca castellano, y súbditos del “papa”. En el caso de que opusiesen resistencia se les anunciaba que serían sometidos por la fuerza y convertidos en esclavos.
[2] Fernando II de Aragón, llamado «el Católico» (Nacido el 10 de marzo de 1452-Madrigalejo y muerto el 23 de enero de 1516), fue rey de Aragón (1479-1516), de Castilla (como Fernando V, 1474-1504), de Sicilia (1468-1516) y de Nápoles (como Fernando III, 1504-1516). Fue además regente de la corona castellana entre 1507 y 1516, debido a la inhabilitación de su hija Juana I de Castilla, tras la muerte de Felipe el Hermoso.
[3] Julio II (Nacido en Albissola Marina, 5 de diciembre de 1443 y muerto en Roma el 21 de febrero de 1513). Fue el papa Nº 216 de la Iglesia católica, de 1503 a 1513. Se le conoce como el "Papa Guerrero" por la intensa actividad política y militar de su pontificado.
[4] MARTÍNEZ PELÁEZ, Severo. La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca, Cuarta Edición, Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), San José, Costa Rica, 1976, Págs. 63-65.
[5] El curaca era el jefe político y administrativo del ayllu. Originariamente debió ser el más anciano, sabio y gobernaba de manera paternalista; pero como su autoridad la podía heredar a un hijo que denotaba especial capacidad, es obvio que el criterio de la edad no fue siempre seguido. Los incas, a su vez, nombraron curacas para reemplazar a los que hubiesen demostrado resistencia tenaz contra su dominación. Entre sus funciones se hallaban: a) Reparto de topos o lotes de tierras agrícolas; b) Protección de los pobres o huachas; Labores de mantenimiento de la red hidráulica (limpieza y reparación de canales de riego); Resguardo de los linderos de la comunidad; Organización de la minka o trabajo comunal; Redistribución de los excedentes almacenados en pirguas o collcas. Después de la invasión del Perú por parte de Francisco Pizarro y sus compañeros, los hispanohablantes le empezaron a conocerle con la voz taína de cacique, que denota autoridad.

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